viernes, diciembre 11, 2009

el cuerpo como campo de batalla

Imposible pintar o captar la imagen de una mujer sin lidiar con el concepto de belleza (Marlene Dumas)

La belleza del rostro y el cuerpo atormenta, subyuga; esa belleza es imperiosa (Susan Sontag)

La belleza será convulsiva o no será (André Breton)

La belleza crea vergüenza (Vanessa Beecroft)

La gordura es vergüenza (María Raquel Cochez)


Estas citas pueden servir como punto de partida para reflexionar sobre la muestra de obras recientes de María Raquel Cochez, titulada The trouble with food (El problema con la comida)* . Mediante obras que abarcan toda una gama de medios –pinturas, un happening, readymades, autorretratos fotográficos, postales y un letrero de neón–, esta artista panameña radicada en Atlanta expone con desarmante honestidad sus sentimientos obsesivos de placer y desprecio en torno a su adicción a la comida.


Una de sus piezas más emblemáticas es el tatuaje permanente en uno de sus antebrazos. La frase “It makes me feel like a pig” (“Me hace sentir como un cerdo”) apunta no solo a su vulnerabilidad y sentido del ridículo, sino al férreo compromiso de revelarnos su intimidad.

En la inauguración, cada visitante que entraba debía pesarse y llevar adherida a su espalda una calcomanía que indicaba su peso. Camareros ofrecían a los asistentes dulces varios y chocolates M&M impresos con las palabras “¡sí, sí¡” o “¡no, no!”.


Ya en Life performances (Performances de la vida), título de su exhibición en 2006, y en varias colectivas anteriores, diseccionaba el dilema personal que la obliga a vivir sujeta a los drásticos ciclos de subida y bajada de peso, e incluso a someterse a intervenciones quirúrgicas (que la artista convirtió en fotoperformances). También ha trabajado con otros traumas que buscan resaltar, en sus palabras, “la conexión que siento con otras mujeres y niñas” ante un sinnúmero de “miedos, sentimientos de humillación, fantasías secretas, inferioridades personales, tragedias que quisiéramos olvidar”.


Pero esta vez se concentró del todo en su adicción personal, si bien incluye a otras mujeres –siempre mujeres– con problemas similares. Mis amigas –serie de coloridas postales de venta en la galería, que muestra a mujeres semidesnudas con cierta actitud desafiante pero con bolsas de papel en la cabeza para ocultar su identidad– deja fuertes sensaciones contradictorias: patetismo y comicidad, temor y coraje. Transgresión de fronteras físicas: corporales, geográficas… Unas meras estampillas les permitirán viajar a donde sea.


Como sugiere la artista sudafricana Marlene Dumas, la imagen de la mujer está indisolublemente ligada a conceptos impositivos de belleza, de los que no se escapa el arte. Sin embargo, el arte es el mejor terreno para hurgar en ellos y, de hecho, es precisamente ahí donde su rigidez discriminatoria ha perdido más valor. Lo bello en el arte, a partir de la postguerra europea, empezó a verse más y más como señal de fascismo, intolerancia y miopía estética. Ese “tabú” hacia lo bello se ha ido erosionando en las prácticas artísticas de vanguardia, para darle cabida nuevamente, pero en sentido mucho más abierto, subversivo y heterogéneo.


(...) artículo completo en la revista

Artmotiv No. 8

Artículo de Portada, María Raquel Cochéz

por: Carla García de los Rios y Adrianne Samos