jueves, julio 29, 2010

martes, julio 27, 2010

a mí me ofrecieron las herramientas

Ruben Blades, Diario El Pais

Empiezo por comentar lo obvio: la igualdad, como la interpretamos los seres humanos, no existe en la naturaleza. El concepto de igualdad es parte del esquema de control desarrollado por la capacidad intelectual de la sociedad humana, en forma de leyes y normas de conducta general, dirigidas a regular y limitar nuestras acciones, en un intento por mitigar las consecuencias del egoísmo intrínseco a nuestra especie, no necesariamente como una propuesta ética, sino más bien con el propósito de proteger vidas y hacienda.

Podríamos decir, entonces, que el origen del concepto de acceso a la oportunidad, como elemento indispensable para producir la posibilidad de igualdad, no es natural, es una creación del intelecto. Comencemos por aceptar esto, como punto de partida realista, si pretendemos hacer una discusión responsable acerca de un asunto tan sensitivo como el que se ha propuesto.

¿Cómo evitar transmitir/heredar desigualdades que condenen a generaciones a la pobreza? Se me ocurren dos posibles causas de la situación actual. Una, los gobiernos no ofrecen suficientes oportunidades de acceso a salud, educación, ámbitos de vida adecuados, trabajo y/o condiciones económicas; otra, la población se rehúsa a utilizar las oportunidades, cuando las tiene. Algunos individuos fracasan, aún teniendo las oportunidades a la mano. Eso significa que la responsabilidad ha sido sólo suya.

Tal apreciación nos lleva a pensar que el problema de la desigualdad social puede también ser discutido desde otra perspectiva: no es suficiente crear la oportunidad para que se produzca el efecto positivo. Aún cuando se ofrezca igual oportunidad a todos, en igualdad de acceso y con iguales reglas de juego, la oportunidad sólo ofrece la posibilidad de que se produzca un efecto, pero no lo garantiza. En todo caso, nuestra actitud sobre la desigualdad resulta hipócrita, porque somos indiferentes al dolor ajeno, cuando consideramos que es resultado de una irresponsabilidad personal. El argumento de la transmisión de la desigualdad, tiene que examinarse también desde una óptica espiritual, y no sólo estrictamente económica, o política.

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pelea por tu beca


pobres habitando la desigualdad

Paco Gómez Nadal, Diario La Prensa, Sección Opinión

Imagino que hay una pobreza más dura que la material. La de la soledad no escogida o la de la falta de alma, o la de la precariedad de los afectos o la del déficit de humanidad. La mayoría de los diagnósticos en este mundo de científicos tiene que ver con cifras y es difícil ir más allá de lo supuestamente “objetivable”.
Esta semana los estudiosos de la pobreza de la ONU nos contaron que América Latina se desangra por la desigualdad. Puede ser que seamos más “ricos” que África, pero somos más desiguales. Los que tienen, tienen cada día más y los que no tienen cada vez son más y tienen menos. En medio, hay poco. Panamá es equiparable en desigualdad a Uganda (o a Honduras, Colombia o Paraguay) y debería mirar a algún vecino del sur, como Argentina o, especialmente, Uruguay, que gracias a los sistemas de protección social de sus Estados aparecen en las mejores posiciones del hemisferio.
La pobreza es relativa. No todos nos sentimos pobres en el mismo punto. Los varemos que ha establecido el Banco Mundial –y que ha acogido con entusiasmo la ONU desde inicios de este milenio– son relativos. Según estas instituciones ser pobre de remate es vivir con menos de un dólar al mes. Aunque el Índice de Desarrollo Humano mide algo más pues incluye desde el acceso a saneamiento básico hasta temas educativos o de salud. Quizá por eso Cuba aparece bien en el ranking, mejor que muchos de sus vecinos; quizá por eso Bolivia sale tan mal parada.
Pero la pobreza es más cosas. La imposibilidad de acceder al ocio; la falta de participación en las decisiones públicas que afectan a nuestras vidas; la humillación a la que se nos somete en el servicio público de salud; las terribles horas gastadas en el empobrecido transporte para llegar al pobre trabajo; la falta de educación de calidad y liberadora; el triste sometimiento al discurso religioso como única salida de emergencia a esta vida que no se comprende en medio de tanta precariedad; el diario contagio de la mentira a través de los medios de comunicación; la castración sexual; el abuso permanente que sufren niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres; la patética dictadura televisiva que adormece e idiotiza…
A veces, para sentirse rico, hacen falta menos cosas y más derechos. Menos plata y más personas, más redes auténticas de fraternidad, más amor horizontal, más trabajo pero con menos explotación… El índice de desigualdad (que para la ONU tiene nombre femenino, Gini) marca la pauta de la explotación. Con los ingresos que tiene Panamá este país debería ser, como mínimo, un Uruguay, claro que allá la educación es importante, hay una tradición cultural alimentada y cuidada, permiten que un ex guerrillero sea presidente sin que nadie le esté recordando todo el día pasado o perfidias, y no se han dado a la tarea de abrir el territorio nacional como un plátano para regalarlo a las mineras.
La pobreza, a veces, es no ver, no darse cuenta de que los humanos no somos animales sin sentimientos que solo precisamos de trabajo y dinero. Un buen libro, un paseo por una calle limpia y segura, una limonada en una terraza que no cueste como un coctel en un hotel de cinco estrellas, una pareja honesta y cercana, un futuro dibujado por nosotros mismos… la riqueza del ser humano es lo que colma su alma y eso, por desgracia, no hay casi político que lo intuya ni programa de gobierno que lo abarque.
Levantarse en la mañana y ver a tu lado los párpados con los que amanece la sonrisa, o saber que la gente que te rodea no son el enemigo sino la comunidad que nos acoge son algunas de aquellas cosas que los expertos no miden y que los empresarios no tasan (todavía). La desigualdad es el peor tumor visible de la sociedad capitalista; la pobreza, la lacra que marca a los excluidos del paraíso de las cosas y de la ciudadanía.

lunes, julio 26, 2010

cena cine: welcome

Festival de Berlín - Sección Panorama: Premio Label Europa Cinemas

Festival de Gijón: Mejor guión

DIRECCION: Philippe Lioret

PAIS: FRANCIA

AÑO: 2009

GENERO: Drama

REPARTO: Vincent Lindon (Simon), Firat Ayverdi (Bilal), Audrey Dana (Marion), Derya Ayverdi (Mina), Thierry Godard (Bruno), Selim Akgül (Zoran), Firat Celik (Koban), Murat Subasi (Mirko), Olivier Rabourdin (teniente de policía), Yannick Renier (Alain).

SINOPSIS: Bilal, un joven kurdo de 17 años, ha cruzado el Oriente Próximo y Europa para reunirse con su novia recién emigrada a Inglaterra. Pero su recorrido se detiene bruscamente cuando, en el lado francés, le impiden cruzar el Canal de la Mancha. Entonces decide cruzarlo a nado. Para cumplir su objetivo, empieza a entrenarse en la piscina municipal. Allí conoce a Simón, un profesor de natación en pleno proceso de divorcio. Simón está dispuesto a hacer lo que sea para recuperar a su mujer y lo arriesga todo ofreciendo protección a Bilal.



patrimonio que se vende

Rella Rosheinhaim, Diario La Prensa

A pesar de tener dos pies izquierdos, un turista se puede animar a viajar a Cali (Colombia) para aprender a bailar salsa, mientras que en el viejo mundo un seguidor de la saga de El Señor de Los Anillos aterriza en Nueva Zelanda para recorrer los paisajes en que se desarrolla la película.

Además de conocer diversos destinos, ambos personajes han consumido primordialmente cultura.

El turista cultural no es solo aquel que visita museos, explica el español Jordi Tresserras, doctor en geografía e historia, quien dictará mañana lunes, a las 7:00 p.m., la charla “Nuevas tendencias en turismo cultural: retos y perspectivas”, en la Biblioteca Nacional, como parte del proyecto “I+D en Cultura”.

Recorrer rutas en sitios arqueológicos subacuáticos que tienen hasta “audioguías para oír debajo del agua”, es apenas una de las travesías que el visitante puede emprender, recalca.

“Turismo arqueológico’, con este término la gente puede decir ¡qué aburrido! pero no, con él se puede obtener sensaciones muy buenas”, dice Tresserras, quien también ha trabajado como arqueólogo.

Sin darse cuenta, hoy –ya sea dentro del país de residencia o en el extranjero- todos han ejercido el turismo cultural, actividad que en el siglo XVIII solo era practicada por los nobles y los burgueses de Europa. Antes de casarse, estos últimos viajaban a Florencia (Italia) para enriquecerse de cultura.

“Ahora que ha llegado a todo el mundo, el tema del turismo cultural lo hace muchísima gente: hasta un joven que va a un festival de rock o hip hop celebrado en otro lugar también está haciendo turismo cultural”, señala.

La ciudad de París (Francia) es, ahora mismo, el principal destino turístico del mundo, señala el especialista en gestión patrimonial, sin dejar de mencionar otros destinos como Italia, España, México, Perú, China y Japón, que han hecho de su cultura un negocio que, además de generar ingresos económicos, ha permitido que sus habitantes afiancen su identidad.

En América, sitios arqueológicos mayas como los existentes en Ichen Itzá y en Yucatán (México) son grandes referentes del turismo cultural en el mundo.

El país del tequila cuenta con varios atractivos que han hecho que “solo en turismo interno tenga millones de visitantes”, y que el principal consumidor de sus productos sea Estados Unidos.

“Turismo de negocio es una línea que trabaja México hace bastantes años”, explica el español Jordi Tresserras, doctor en geografía e historia, quien dictará mañana lunes, a las 7:00 p.m., la charla “Nuevas tendencias en turismo cultural: retos y perspectivas”, en la Biblioteca Nacional, como parte del proyecto “I+D en Cultura”.

Son varios los países que desean posicionarse. Según Tresserras, el dragón emergente es China. “En este momento lanzan una campaña en promoción del turista cultural”. Los asiáticos no solo lo ejercen, sino que como turistas devoran cultura. “El asiático es un consumidor total del turismo cultural. Japón consume 80% de cultura”, cita como ejemplo.

El turista estadounidense suele pensar que para divertirse debe aterrizar directo y sin escalas en el Caribe, pero si de buscar cultura se trata, Europa es el destino perfecto, señala Tresserras.

Prueba de ello es que el 70% de estadounidenses que acuden a España es para saciar su interés cultural. “De cada 10 estadounidenses, siete van al Museo Nacional del Padro” en Madrid.

De Latinoamérica, el mexicano, brasileño, argentino y chileno son algunos de los turistas más motivados por la cultura en general.

Por parte de Europa, el visitante alemán es el que disfruta más del turismo cultural. No muy lejos están los que vienen de Francia, Inglaterra y Países Bajos.

RAZÓN DE SER

Para Tresserras, la importancia del turismo cultural radica en que está vinculado a “cómo quieres que los demás te conozcan. También hay clichés muy marcados. Cuando vine a Panamá por primera vez, ¡me quería fugar para conocer Portobelo, Colón! Y los panameños me dijeron: ‘¿Colón? ¡No vayas, es muy inseguro!’. Ese elemento genera una imagen en el visitante como de algo que no se puede visitar”.

Es por ello que la gestión del turismo cultural debe planificarse previamente y sin dejar de desvincular a la comunidad.

El turismo cultural, de no ser sostenible y comunitario, no sirve. “Si no hay una planificación no hay sostenibilidad, y se puede generar que se supere la capacidad de carga de visitantes”.

Para explicar lo anterior, Tresserras cita un ejemplo: “una de las cosas que más me apasionan de Panamá es la gran diversidad cultural que tiene… Tomando en cuenta eso, imagínate que hago un programa cultural del Panamá-Chino, o del Panamá con la comunidad judía, o del Panamá Kuna. Te puedes sentir violentado”.

Por ello, la planificación en materia de cultura es primordial porque si no habría un riesgo de deteriorar la cultura. Si es administrada por buenas manos, hará que la comunidad vea su patrimonio como algo suyo, lo que beneficiará a la gestión.

viernes, julio 23, 2010

sin título























Luis Cornejo
óleo y acrílico sobre canvas
100 x 100 cm
2010

blades regresa a la pantalla grande

El panameño Rubén Blades regresa a la gran pantalla después de cinco años con un filme muy cercano a su corazón, Spoken Word, basado en la vida de un poeta hispano de slam y que habla de las relaciones entre padres e hijos.

El músico y actor da vida al padre desahuciado de Cruz Montoya hijo, interpretado por el mexicano Kuno Becker. Al enmendar la relación quebrantada con su progenitor, el joven recuperará su familia, su identidad y poesía.

La cinta se estrena hoy, viernes, en Nueva York y el siguiente fin de semana en Los Ángeles. Está inspirada en la vida de Joe Ray Sandoval, poeta de slam o spoken word, como se conoce en inglés al tipo de poesía hablada rítmicamente a veces improvisada y otras veces acompañada de música.

Blades decidió participar en este filme tras quedar encantado con el guión de Sandoval y William T. Conway. “El spoken word lo hice a través de la salsa. Mis temas Pablo Pueblo o Pedro Navaja los puedes recitar si te da la gana”, dijo el salsero de 62 años. “Grupos como Calle 13 han retomado mi trabajo pero es lo mismo. Son creaciones urbanas”.

“Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes me han dicho que eso que nosotros los cantantes hacemos es poesía urbana, (pero) yo no digo que hice poesía porque hay gente que va a decir: ‘Ah, este se cree que es poeta’. Prefiero que la gente diga qué adjetivos me quiere dar”.

Resaltó que la película, dirigida por el realizador de ascendencia peruana Víctor Núñez, es importante porque son latinos los que escriben su propia historia.