martes, enero 19, 2010

patrimonio cultural y 250 mil dólares

Orlando Acosta

Opinión, Diario La Prensa

Leí con profunda tristeza y preocupación el anuncio que se hacía ante nuestra sociedad y el mundo. La locura que nos gobierna y que nos envuelve en su insanidad mental, traza la visión que dejará sin recuerdo una vez más, nuestra memoria urbana y universal. Se nos arrebata con el más profundo desparpajo elementos importantes a la historia de nuestro país, nuestra ciudad y al mundo. Seguimos apostando a perdedores. Triste destino nos depara.

Nuestros gobernantes ratifican la destrucción del edificio de la antigua Embajada de Estados Unidos en la Avenida Balboa. El edificio será reemplazado por una torre estatal de 70 pisos, cuyo diseño conceptual será resultado de una designación de un grupo de arquitectos de Chicago por doscientos cincuenta mil balboas. Lamentable noticia.

Lo más paradójico es que el anuncio se hizo el día en que se conmemoraron 20 años de la invasión de Estados Unidos en Panamá. No defiendo acá el evento funesto que pintó de muerte y destrucción a Panamá. Los hechos del 20 de diciembre de 1989 son el testimonio del más brutal abuso contra nuestro país de parte uno de los ejércitos más poderosos del planeta. Parte también de la historia.

El edificio de la Embajada no solo nos recuerda esos eventos. La sede de la Embajada de EU es referente de una larga cuenta de hechos y aportes en el plano de la ingeniería, investigación y salud pública. Hitos y eventos entre los pueblos de Panamá, Estados Unidos y el mundo.

El edificio de la Embajada representa las complejas relaciones que dieron como resultado una de las obras de ingeniería moderna: El Canal de Panamá. En el plano de salud pública, simboliza los ingentes esfuerzos por erradicar uno de los vectores más agresivos y que diezmó miles de personas llegadas al trópico para completar la llamada “epopeya americana en el trópico”. La fiebre amarilla y la relación entre los científicos estadounidenses y panameños resultaron en esfuerzos en materia de investigación y salud pública de carácter mundial. El Instituto Gorgas preconiza el resultado inimaginable de uno de los centros de investigación científica del mundo tropical.

La misma institución de referente regional, que rinde honor al médico norteamericano que vivió y trabajó en Panamá, mismo lugar que logra aislar para la OMS y el mundo este año el virus del A(H1NI), asesino estrella en la última pandemia mundial de influenza. ¿Significa algo para ti todo esta relación de hechos y aportes? ¿Tiene que ver lo que este edificio representa para nosotros? El Instituto Smithsonian de Investigación Tropical (STRI), el más antiguo y más prominente laboratorio de los trópicos en el mundo también es parte de esa relación entre Panamá, Estados Unidos y el mundo. ¿Significa algo para los panameños, la investigación, su biodiversidad y la relación entre dos países y el mundo? ¿Qué se dice de la relación entre las dos naciones y la formación de un número plural de técnicos y científicos amparados bajo programas de becas de intercambio científico y cultural? El papel de los elementos del patrimonio cultural, en el caso del patrimonio construido (edificios y conjuntos) da cuenta de la evolución social, económica, investigación científica y temas de salud pública de carácter universal. La permanencia de estos elementos nos refiere a conceptos de identidad, continuidad cultural y aportes universales. Esto lo confirman expertos. Nuestros gobernantes nos restriegan lo contrario.

En el caso de la ciudad de Panamá, el valor de edificios como la antigua sede de la Embajada de Estados Unidos en la Avenida Balboa responde a razones que se pueden encontrar en los largos años de relación de Panamá con Estados Unidos. Si el tema del “Incidente de la tajada de sandía”, la construcción del ferrocarril transístmico, la independencia de Panamá de Colombia, el Tratado Buneau Varilla, la construcción del Canal de Panamá, el control de la fiebre amarilla, el monitoreo de la biodiversidad en los trópicos, la investigación de enfermedades tropicales, los eventos del nueve de enero, la invasión de 1989 no nos dicen nada de esta relación, entonces estamos como decimos en buen panameño: bien mal o en Bosnia.

A propósito de Bosnia, la destrucción del puente de Mostar (siglo XVI) ameritó su posterior reconstrucción luego del “urbicidio” y del genocidio resultante de la guerra de los Balcanes en noviembre de 1993. Acá no reconstruimos nada, nos dedicamos a borrar y a destruir.

Las estructuras y edificios como estos ejemplos son historia de los pueblos, aunque no hayan sido reconocidos por Ley.

Los valores lo asocian al colectivo social y no por ello deben ser despreciados ni cambiados por torres diseñadas por 250 mil dólares. ¿Vale este dinero la referencia material de nuestra relación de historia entre Panamá y Estados Unidos? ¿Simbolizada un edificio los aportes a la ciencia, tecnología y salud pública a Panamá y el mundo? ¿Vale 250 mil dólares el diseño conceptual de la torre estatal de 70 pisos que destruirá la memoria colectiva? No lo creo.

Seguimos borrando la memoria de los panameños con plumazos y retroexcavadoras para dejar la ciudad como una boca sin dientes y sin posibilidad de mostrar al mundo y a la historia universal una sonrisa que diga orgullosamente: somos panameños.