lunes, octubre 11, 2010

la odisea de grabar













Daniel Dominguez, Diario La Prensa

Una mujer y un pez luchan contra la adversidad que trae consigo el deterioro ecológico.

Esa es la línea argumental del cortometraje panameño Wata, que será proyectado por primera vez el miércoles 13 de octubre, a las 7:00 p.m., en el Ateneo de Ciudad del Saber, en el marco del Segundo Encuentro de Cine Iberoamericano.

Es puro talento istmeño: los cineastas Enrique Castro Ríos y Ana Endara Mislov, la bailarina Milvia Martínez y el director de fotografía Carlos Arango.

Como equipo, afirma Castro Ríos, transmiten poesía en imágenes “gracias a que luego de dos o tres días de tanteo en el rodaje nos abrimos a esas dos grandes enemigas de la ficción, y grandes comadres del documental, que son la improvisación y la sorpresa”.

Explica que la ficción, al menos como se practica usualmente, “se toma todas las medidas para evitar sorpresas que pudiesen prolongar el rodaje, costoso por el alto valor de compra o de alquiler de los equipos usados y la gran cantidad de personal técnico contratado. El documental de observación, por el contrario, busca estar abierto a la sorpresa”.

Grabaron Wata en marzo o abril de 2008, no recuerda bien, en el Casco Viejo, “en un edificio –dilapidado entonces, hoy restaurado– que nos facilitaron Arco Properties y Conservatorio S.A., contiguo a la estación de policía de San Felipe/Santa Ana. También grabamos en una piscina”.

“Luego comenzó una larga y tortuosa mezcla de vía crucis, Posada y trick or treat Halloween para obtener los fondos faltantes con los que costear las nada baratas posproducciones de audio y de imagen”, dice.

Wata se hizo posible gracias a premios de Cinergia, fondo de fomento al audiovisual de Centroamérica y el Caribe y de la Fundación Ars TEOR/éTica, ambas basadas en Costa Rica, así como del Instituto Nacional de Cultura.

Empezaron una fase de recaudación adicional de fondos, un plan que no recomienda, pues “desde un principio debimos realizar lo que eventualmente nos vimos obligados a hacer: cambiar la puesta en escena para que se ajustara a los fondos obtenidos, en lugar de atrasar el rodaje pensando en obtener más fondos”.

Ahora buscan fondos para la difusión de Wata.

Sobre los aspectos preocupantes relacionados con el medio ambiente en Panamá, destaca que la mitad del territorio “ha sido entregado en concesiones mineras”.

Pero lo más preocupante “es que, a pesar de una creciente conciencia ambientalista, seguimos considerando el monte –el bosque en toda su diversidad y complejidad– como algo sucio y atrasado, y el potrero como algo limpio y civilizado. Vemos nuestra mayor riqueza, la naturaleza tropical, como algo peligroso que debe ser derribado, transformado, desarrollado. Esto es algo que hemos hecho desde el tiempo de los sumerios. Ahí tenemos a Irak, que por cierto aparece brevemente en el filme, que apenas 6 mil años atrás estaba cubierto de bosques, y hoy yace cubierto de balas”.