domingo, octubre 18, 2009

Un hiper realismo con sentido social

Texto publicado en Artmedia
Carla García de los Rios y Lino Von Sanger

Halashyn se inicia con el arte monumental. Su padre, artista muralista, lo guía por el mundo de los vitrales religiosos. En 1998 se gradúa de la Universidad de Lviv, Ucrania. Con 20 años viajó a San José de Costa Rica, invitado por un amigo a participar de un proyecto de vitrales para catedrales; desde ese entonces, radica en ese país.

El pasado mes de marzo, Halashyn fue presentado por Arteconsult, Alemán & Grimberg en “Merrill Lynch Arteaméricas” en la ciudad de Miami, Estados Unidos. Sus piezas tuvieron una gran aceptación por parte de coleccionistas y compradores de arte en general, siendo escogidas, un par de ellas, para el Museo de Arte Religioso de Nueva York, y para la subasta del Museo de Arte Latinoamericano de Los Ángeles.

Los cuadros de Halashyn recrean escenas futuristas que nos parecen extrañamente familiares. Sus lienzos nos remiten a una convivencia de diversos tiempos, con sus respectivos estilos, que van creando escenas narrativas más que complejas. En la serie Garbage, el artista evoca una Venecia que sirve de marco a imágenes de niños que juegan entre desechos, y esto ante la indiferencia de turistas transeúntes. Los elementos aparentes que mejor reconocemos, son las ruinas de cierto clasicismo conviviendo con imágenes más terribles, relacionadas generalmente con el fotoperiodismo. Los edificios, los canales, los puentes remiten a la arquitectura italiana que ha sido una forma empírica de educar nuestra sensibilidad; y de pronto, vemos aparatosos hitos culturales legados de un pasado portentoso, desdoblarse en tiempos sucesivos, hasta convertirse en un lote turístico y finalmente en un vertedero de basura.

El estilo de este joven artista no sigue para nada por la línea decorativa, sino que partiendo de una mirada provocadora, crea un hiper realismo con sentido social que desemboca en profundos sentimientos encontrado, que cautivan la atención del espectador, invitándole a reflexionar sobre temas tan trillados, pero actuales como lo son la guerra y la moda.

Bucles, repeticiones temáticas y resonancias estilísticas colaboran en el estruendo ambiental de estos cuadros, que el artista trastoca con significaciones de origen virtual o mediático. En esta proliferación de referencias y estímulos que abarcan varias épocas y varias latitudes, el artista adelanta un proceso histórico, el de la expansión de una subjetividad cada vez más homogenizada por el sistema de producción y de consumo masivo. Sin embargo, Halashyn no se limita a criticar estos tiempos que – cabe mencionarlo- han abierto una simultaneidad entre el bien y el mal, recreando una especia de "Edad Media" contemporánea donde la barbarie se codea con la abundancia. Sus cuadros establecen las nuevas condiciones perceptivas de la sociedad post industrial: son piezas elaborándose, son facturas que dejan espacios libres, en proceso, un vasto espacio autónomo para una nueva producción de imágenes.

La provocación que se manifiesta en la obra de Halashyn, invita al cambio, a replantearse posturas éticas y de comportamiento, basados en realidades casi sobrepuestas por error, en contextos de control y poder. El manejo de la técnica por parte del artista nos hace dudar sobre el veredicto final; sobre el mensaje oculto tras el color y la alegría.

La serie War Fashion presenta la convergencia de elementos más selectivos y autónomos, en torno al tema de la moda. Vemos así, un cuadro que recrea una pasarela en el Berlín anterior a la caída del muro, y que algunos niños – que podemos especular, provienen del tercer mundo- tratan de saltar. Otros cuadros presentan series cromáticas con una factura accidentada y azarosa que nos remiten al pop americano, donde quedan sobre impuestos niños, unos caídos otros no, en distintos campos de batalla. Otra pieza utiliza patrones arquitectónicos en destrucción, que nos remiten a la memoria de un pasado imaginado, como fondo para un photo shooting.

Sus obras evocan estrategias parasitas de los medios de comunicación, una especie de digitalización conjunta bajo la hegemonía televisiva, aunque aquí, el artista retoma también elementos hiper realistas convertidos en formas abstractas que reformulan valores artísticos previos y que convergen en un conocimiento más amplio. Todos y cada uno de estos trabajos, están hechos a partir del mismo ejercicio, más cercano a la escritura que al dibujo, el cual consiste en ir colocando un signo junto a otro.

En el mes de julio, Arteconsult, Alemán & Grimberg presentan una individual de este estupendo artista. Grandes formatos, colores intensos y mensajes trastocados revisten el espacio de la galería. Los cuadros del artista, en esta serie, mezclan el hiper realismo con un poco de pop y le suman el impresionismo necesario para emitir mensajes y estimular cambios de posturas: niños inocentes junto a militares y basura, son imágenes de todos los días, escenas que pasaron de ser rarezas, a ser costumbre.

Esta trama ecléctica, renueva una experiencia sobre las posibilidades de entender el arte, y confronta al espectador con el sentido de identidad que deriva de su experiencia ética. El espectador es el protagonista de este material que nos presenta Halashyn, y que nos interroga sobre la responsabilidad individual en el mundo que está construyendo. Un inventario de utopías parece difícil de completar y de forma bastante sucinta, el artista nos aclara que la respuesta queda relegada a nuestro buen discernimiento.