jueves, agosto 12, 2010

la administración del patrimonio mundial

Orlando Acosta, Diario La Prensa, Sección Opinión

La última reunión de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación Ciencia y la Cultura, Unesco, sobre la protección del patrimonio cultural tuvo lugar en Brasilia entre el 25 de julio y el 3 de agosto de 2010. Varias conclusiones y recomendaciones fueron vertidas con relación al presente y futuro de los sitios panameños. La realidad se mueve entre el pasado reconocimiento de sus valores universales que llevaron a su inclusión a la categoría de Patrimonio de la Humanidad a la posible consideración para el próximo 2011, a la evaluación de estos a lista de Patrimonio en Peligro.

Las razones de cambio de categoría se colocan, tal como lo expresamos en otros espacios de opinión en la ausencia de una política estatal que logre articular los objetivos de conservación, uso y continuidad de este patrimonio. La meta de lograr subir al tren de desarrollo el patrimonio cultural panameño y dar vigencia a los valores universales que sustentaron su declaratoria es imperativa.

Es urgente detener el proceso de abandono, deterioro y riesgo de desaparición al cual estamos siendo espectadores. San Lorenzo, Portobelo, el Casco Viejo y Panamá Viejo están en riesgo de desaparecer. El informe preliminar del encuentro en Brasilia identifica la falta de claridad en la definición de una política nacional de preservación de las los bienes panameños bajo categoría de Patrimonio de la Humanidad como elemento que amenaza su continuidad y que destina su desaparición. La ausencia de esta política se refleja en la falta de una acción de planeamiento y administración coherente y sistemática de los conjuntos de Portobelo y el Fuerte San Lorenzo Real de Chagre. La condición de ruina, deterioro natural y de origen antropogénico es su presente y su futuro inmediato no es promisorio.

Para los sitios en el Caribe panameño, el descontrolado desarrollo urbano y presiones del turismo son parte del problema. La ausencia de intervenciones regulares y sistemáticas, el abandono y falta de mantenimiento y el resultado de actividades humanas sin control comprometen la integridad y autenticidad de estas estructuras. Por otro lado, la actividad turística desarticulada, sin planeamiento y desvinculada con el desarrollo local es otra de las amenazas que se ciernen sobre estas estructuras que son referencia para entender el proceso de conquista y colonización del continente americano y que se erigen como piezas clave para interpretar el pasado y visualizar a Panamá como sitio de tránsito. El deterioro del Casco Viejo amenaza los valores patrimoniales.

El conflicto de intereses entre los actores, identificados en la especulación inmobiliaria, y los procesos crecientes de “gentrificación” son evidentes en el barrio. La limitada capacidad de mantenimiento y rehabilitación del parque eticado y la falta de una política de mantenimiento y conservación de los edificios, junto con la demolición de edificaciones emblemáticss (Hotel Central), además del desplazamiento de sus habitantes originales es otra de las situaciones. El no evaluado impacto de los recientes proyectos urbanos viales (extensión de la cinta costera) son amenazas reales y sin control que atentan con la continuidad del Casco Viejo. Estamos ante una de las realidades donde la ausencia de una política clara de conservación liderada por una organización débil del Estado nos arrebata uno de los sitios excepcionales que cuenta del devenir histórico de América.

De manera contraria, el sitio de Panamá Viejo se encuentra trabajando con eficiencia y compromiso. No lo digo yo, lo afirma el reporte de la reunión. El desarrollo de facilidades interpretativas, las acciones de detener la densificación por torres de apartamentos en los límites de su área de amortiguamiento son valoradas como expresión de un interés de conservar el carácter y sus condiciones de unicidad.

No todo es bueno para Panamá Viejo. Persiste la amenaza de la vía Cincuentenario cuyas alternativas de relocalización aún no han tenido asignación de fondos de inversión del Estado. No se precisan itinerarios claros sobre cuándo este problema será abordado. Finalmente y como pronóstico del Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, la condición de Patrimonio Mundial de las propiedades panameñas será considerada en una lista de patrimonio en peligro si para el 2011 el contexto de política de administración, conservación del patrimonio panameño no sea redefinida. No son buenas noticias. Parece que se repite el grito que se pregonaba en el siglo antepasado: el que quiera venir a Panamá, que venga porque se acaba.