lunes, julio 12, 2010

el colapso del gobierno municipal

Ramón Barreiro, Diario La Prensa, Opinión

Cuando advierta que para producir, necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare en que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”. La Rebelión de Atlas, Ayn Rand.

Tenemos una crisis de gobernabilidad en la Alcaldía de Panamá. ¿Qué podemos aprender de ella? No pensemos ahora en lo concreto, que el alcalde no renuncia, pero acepta que el líder de su partido sea un alcalde en la sombra; pensemos en lo trascendente, lo que meramente confirmó el Presidente de la República cuando pidió al alcalde que renunciara: nadie reconoce la autoridad del Municipio de Panamá, y en consecuencia, no hay autoridad política en la ciudad de Panamá.

La situación política del Municipio es extraordinaria. Todo lo que hace que la ciudad funcione y crezca sigue su marcha y lo que no funciona (el Municipio) se ha detenido, y no hay caos en las calles, los contratos se celebran y se cumplen, la comida llega a los platos, el Mundial entretiene a todos. ¿Qué demuestra esto? Primero, expone el fundamento mismo del poder: solo puede gobernarse a quienes consienten ser gobernados. El principal instrumento para gobernar de quienes ostentan el poder, es precisamente cada individuo gobernado: ese es quien vigila el cumplimiento de las normas, es quien cumple las normas, es quien paga impuestos y los cobra, es quien reprime a los descontentos, es quien cuida y habita las cárceles; somos usted y yo, los que una y otra vez consentimos ser serviles al político corrupto e incompetente, quienes mantenemos esta sociedad con gestos constantes e increíbles de autosacrificio.

Preocupa a los ambientalistas lo que pueda hacer el Ejecutivo si no está atado a presentar estudios de impacto ambiental para las grandes inversiones públicas o para las importantes concesiones que requiere el desarrollo del país. Vean el Municipio y reconozcan la realidad: la única forma que tiene el Gobierno para construir un cuartel en medio del Parque Metropolitano es aceptando los impuestos que nosotros consentimos pagar y entregándolos a otros que consienten realizar la obra a nombre del Gobierno.

No habría ningún riesgo de daño al parque si nadie estuviera dispuesto a construir el proyecto del Gobierno, o si nadie estuviera dispuesto a pagar impuestos que van a ser utilizados para fines que reprueban. No habría concesión minera si no aceptáramos que el Estado puede disponer del territorio nacional al antojo del déspota de turno, si no entregáramos nuestras propiedades bajo ningún precio, si no reconociéramos que el Estado tiene algún derecho sobre cualquier tierra de este país en el que vivimos.

El Municipio nos recuerda que los gobiernos subsisten por una combinación de dos causas: por el apoyo de quienes se aprovechan y ganan del statu quo y por la desidia de quienes sostienen el sistema de servidumbre. El gobierno municipal colapsa y del estruendo de sus paredes caídas llega un mensaje claro al ciudadano honesto de este país: la servidumbre es voluntaria.